Transporte refrigerado
El transporte frigorífico también puede ser ecológico
octubre 14, 2019 - Transporte refrigerado
La preocupación por la salud medioambiental y el cambio climático es un fenómeno global, que se ha traducido en legislaciones que controlan los niveles de emisión de CO2 de todo tipo de actividades. El uso de vehículos, y el transporte de mercancías por carretera, forman parte esencial de las acciones habituales que deben considerar un cambio de actitud, que nos permita crecer de forma responsable y sin dañar el medioambiente. En este escenario, el transporte frigorífico ha sido uno de los primeros sectores en mostrarse concienciado con los planes por una actividad sostenible.
Los proyectos de optimización de carga, procesos y vehículos; así como la adopción de nuevas tecnologías que reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero, encaminan adecuadamente a la industria del transporte refrigerado hacia los objetivos marcados por la Comisión Europea en esta materia.
Transporte refrigerado con bajos niveles de emisión de CO2
El transporte frigorífico surge para distribuir adecuadamente productos perecederos sin que pierdan sus propiedades específicas en el trayecto. Transporte de Alimentos frescos, productos congelados, flores, algunos tipos de cosméticos, medicamentos y otras especialidades farmacéuticas… son muchos los posibles pasajeros del trasporte refrigerado y cada uno tiene sus necesidades y características propias. Independientemente de la temperatura exterior, el interior del vehículo deberá mantener rangos de temperatura estables para cada tipo de mercancía que pueden estar desde los -35º C para unos y los 20º C para otros.
Con los sistemas de aislamiento y refrigeración adecuados la cadena de frío se puede mantener con unos niveles de emisión de CO2 bajos, sin que este proceso termodinámico implique necesariamente aumentar su huella de carbono. El Parlamento Europeo aprobó una normativa que obliga al transporte de vehículos pesados a reducir en un 15% sus emisiones de dióxido de carbono para 2025 y a llegar a una reducción del 30% en 2030. Esta perspectiva aumenta la importancia de hacer un seguimiento minucioso de la huella de carbono que procesos como el transporte frigorífico dejan en el medio ambiente, asegurándose de que no hay problemas en mantenerlo en los límites estipulados.
Huella de carbono en transportes refrigerados
La huella de carbono es una forma de medir la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) que se emiten, tanto de forma directa como indirecta en un proceso. Se aplica generalmente a actividades industriales o comerciales, pero puede aplicarse igualmente a las individuales y cotidianas o a eventos específicos. Para calcular este baremo se tiene en cuenta no solo la emisión de GEI, también la participación en proyectos de absorción de CO2 que compensan parte de esas emisiones. De este modo cada empresa puede tener un registro que certifique sus esfuerzos por contribuir al desarrollo sostenible. Este cálculo no es solamente un modo que la industria tiene de informarse de cómo y en qué áreas está realizando emisiones que debe reducir, es también una forma que el cliente tiene de confirmar el compromiso de buenas prácticas que mantiene la empresa.
¿Cómo reducir la huella de carbono en el transporte frigorífico?
En el caso de los transportes refrigerados hay varias vías para reducir y controlar la huella de carbono. Una de ellas está intrínsecamente relacionada con la propia área de actividad de este tipo de transporte. Como ya hemos comentado se puede reducir la huella de carbono colaborando con actividades que facilitan la absorción del dióxido de carbono. Las extensiones de cultivo vegetal son una forma natural por excelencia de contribuir a absorber y fijar el carbono atmosférico, en forma de tejidos vivos con capacidad para integrarse en los ciclos medioambientales de regeneración de materiales y energía de los que dispone la naturaleza.
El transporte refrigerado contribuye a la viabilidad económica y la sostenibilidad de estas extensiones de cultivos vegetales al facilitar su distribución comercial. Resulta así una pieza clave a la hora de mantener superficies amplias de especies vegetales en zonas que, de otro modo, serían de baja forestación.
Otra de las vías de reducción del impacto de la emisión de gases de efecto invernadero en los trasportes frigoríficos, es común con las medidas adoptadas por el transporte efectuado por vehículos pesados en general. Se trata de la reducción del consumo de combustibles fósiles modernizando las flotas e incorporando en ellas vehículos híbridos que limitan la emisión de contaminantes de modo permanente. Son además una solución a los problemas de reparto que otro tipo de transportes pueden encontrar en áreas urbanas con limitaciones de tráfico en función de las emisiones permitidas.
Queda además la adopción de medidas de optimización en el transporte de mercancías refrigeradas. Mejorar los aislamientos e incorporar paredes flexibles, que separan los distintos ambientes que requieren diferentes tipos de productos. Esta disposición proporciona una mejor conservación diferenciada de los elementos transportados y un ahorro de carburante y, por tanto, en emisiones de los vehículos. Poner en circulación grandes transportes bien optimizados reduce igualmente el número de trayectos totales para una misma cantidad de carga anual, lo que además de reportar un interesante ahorro general reduce el kilometraje de toda la flota y sus consiguientes emisiones.